«Dejar toda la responsabilidad de los actos corruptos en manos del poder en sí y no en las de quienes lo ejercen es una estrategia tan cómoda como infantil»
Martes, 29 de octubre 2024. EL IDEAL
No es solo un abuso de poder, también lo es sexual. No creo ser la única cansada de que se ponga en tela de juicio lo que es y lo que no es un abuso, y de que el hecho de que sea la primera vez o incluso la única para la persona abusadora pueda justificar en lo más mínimo tal comportamiento.
Se ha dicho por activa y por pasiva, se publican informes en sitios web, editan manuales, monográficos, se imparten cursos, charlas, conferencias, se celebran jornadas, se convocan manifestaciones y, sin embargo, el machismo trasversal fuertemente arraigado en nuestra sociedad sigue dificultando que el mensaje llegue, y cuando lo hace, es malinterpretado o no entendido.
A quien escribe esto la han amenazado con no volver a trabajar en esta provincia por decir lo que pensaba, es decir, por ser clara y directa, y casi lo consiguen. El poder es goloso, tentador y consigue corromper a una parte de quienes lo ejercen, en eso parece que los corros a lo español que, en seguida, montamos en las barras de nuestra parroquia, están de acuerdo. Pero ¿no les parece que dejar toda la responsabilidad de los actos corruptos en manos del poder en sí y no en las de quienes lo ejercen es una estrategia tan cómoda como infantil? Sin entrar en valoraciones legales, dado que no soy yo la persona que ha de realizarlas, las argumentaciones dadas por Errejón, exportavoz de SUMAR en el Congreso, para justificar un abuso sexual que se le denuncia y asume, están apoyadas en esa línea exculpatoria que muestra al abusador como víctima de un sistema corrupto, ¡se ha quedado en la gloria el exportavoz!, ha demostrado su maestría en el arte de decir sin contar nada. Y, mientras tanto, Más Madrid, formación a la que representaba, convoca rueda de prensa en la misma línea, una performance vacía de contenido y de autocrítica. Qué lástima de oportunidad perdida.
Además de que, por unos momentos, respiramos la posibilidad de que la denuncia de Elisa Mouliaá sirviera de revulsivo a que otras posibles víctimas también denunciaran, no necesariamente al exportavoz porque, lamentablemente, este tipo de abusos ocurren a diario, lo realmente relevante del “caso Errejón” es la reflexión que nos inspira el fallido o inexistente “espacio seguro”. Escribo fallido, porque donde esté, no parece funcionar cuando centenares de mujeres que no desean salir del anonimato, utilizan la cuenta de Instagram de la periodista, Cristina Fallarás, para narrar unos abusos sufridos en primera persona, en los que se percibe la necesidad de liberarse de una carga que, seguramente, habrá llevado a muchas de ellas a sentirse culpables de su propio abuso.
En Más Madrid, el protocolo interno o su gestión no han funcionado y eso es ya una responsabilidad. Ahora, a la marea de informaciones, incluida la denuncia a Errejón interpuesta por otra periodista, Aída Nízar, se suma el uso político que desde el minuto uno se esta dando a estos hechos. Cuidado, no perdamos el foco, son las víctimas, que además de meritar y necesitar nuestro apoyo, merecen que, urgentemente, ese espacio seguro del que todos hablamos sea una realidad, el espacio del que disponemos ahora no es suficiente.
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