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Foto del escritorYolanda Cruz López

Hoy no es un buen día

«Hoy es un mal día porque ayer nos dejó un niño dulce, con los ojos más risueños que he visto nunca»


Martes, 10 de diciembre 2024. EL IDEAL

Hoy no es un buen día. El ruido mediático ensordece cada vez más, es la mejor estrategia para alejar a la ciudadanía de la realidad. Se trata de cargar las tintas contra quien se decida, por ejemplo, el presidente del Gobierno, su esposa, ministras, ministros, fiscales y cualquier otro agente social, político o empresarial que sirva a la causa, ¿qué causa?, ninguna.


Solo se trata de hacer ruido, de distraer a la opinión pública de aquello que, en realidad, debería importarle, por ejemplo, la paulatina y camuflada privatización de la sanidad pública en Andalucía o la precariedad de la enseñanza pública en nuestra CC AA, por citar algunas. El ruido distrae, las portadas de los diarios nacionales informan de la guerra mediática que se mantiene en este país, de que Puigdemont pide a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza, de que ha caído Bacher al Asad en Siria, de cómo al presidente argentino, Milei, le importa nada la pobreza en la que se encuentra la mayoría de la población de su país, de que Alberto González Amador, más conocido mediáticamente como la pareja de Ayuso, avisa de querella al periodista Xavier Fortes y a dos de sus colaboradores por haberse referido a él como «autor confeso de un fraude fiscal», cosa que él mismo reconoció en un documento remitido a la fiscalía, o sea, un claro intento de limitar el derecho a la información y el de libertad de expresión.


Mas ruido al contar cómo los reyes asistieron al funeral por las víctimas de la dana en Valencia y, una vez más, el dolor se utiliza para juzgar a quien no estuvo por no estar y a quien estuvo por no haber ido antes. Eso es ruido.


Además, como cada vez son más las personas que se informan a través de las redes sociales, no necesariamente de medios de comunicación, pues los bots y los perfiles falsos se encargan de sembrar la crispación entre los que aún no se han aislado del ruido, agazapados entre el espumillón y el pesebre.


Hoy no es un buen día. No lo es no porque no encuentre el modo de librarme de un catarro o lo que sea que no me deja después de una tonelada de pastillas, ni porque a día de hoy la cita más próxima que me ofrecen en mi centro de salud sea para el 3 de enero de 2025, ni porque me vea obligada a ir a urgencias para que el facultativo, que no va a ser el mismo que ya me vio la semana pasada, me pase del Ibuprofeno al Algidol a ver si así mi cuerpo reacciona.


Hoy es un mal día porque ayer nos dejó un niño dulce, con los ojos más risueños que he visto nunca, que me robaba discos y me hacía rabiar, un niño dulce a quien tuve la suerte de conocer, el placer de querer y el privilegio de que me quisiera, no, no es un buen día. Donde te encuentres, porque quiero pensar que en algún sitio estás, por favor sonríeme un poquito y dime hasta luego, para que yo pueda decirte hasta siempre, Nacho.

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