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Foto del escritorYolanda Cruz López

De derechos y educación

«Que usted exija el cumplimiento de su derecho al voto directo y secreto no significa que se avergüence de votar a quien quiera, no, significa que conoce sus derechos»


Martes, 11 de junio 2024. EL IDEAL


Imagine usted que le es dificultoso caminar. Puede ser porque se esté recuperando de una lesión o porque quizás ya ha cumplido las primaveras suficientes como para que le suponga un considerable esfuerzo recorrer cuestas en las que la única sombra que puede aliviarle los 37 grados que caen a pico sea una farola, ¿lo imagina? Siga imaginando y añada a esto que donde usted vive no existe un transporte público que le permita acudir al lugar en el que tiene sus cita con las urnas para poder ejercer su derecho a voto. Pues si ha llegado hasta aquí, estará deduciendo que necesita un coche para poder ir a votar, entonces, ¿qué ocurre si usted se encuentra en alguna de las situaciones anteriores? Pues que no vota.


Efectivamente, las mesas electorales pueden habilitarse en institutos, edificios municipales y centros culturales, no solo en colegios, para ejercer el derecho al voto de modo presencial, pero si se viene realizando en centros de enseñanza es, precisamente por una cuestión de proximidad. Es decir, nos acercamos a votar al colegio que nos corresponde por cercanía o distrito, lo cual nos facilita la accesibilidad. En el término municipal en el que yo voto, en 2023 se trasladaron las mesas electorales de todo el municipio para reubicarlas en dos puntos amplios, aparentemente, para paliar los efectos de la ola de calor. Para acceder al que acoge los votos de la zona en la que yo vivo, al norte, no existen autobuses urbanos que cubran el trayecto, así que o te desplazabas en coche o caminabas por esas cuestas sin sombra, a fin de que poder disfrutar de aire acondicionado en el momento de ejercer nuestro derecho.


El domingo, hemos vuelto a votar en el mismo sitio. Sin autobuses y sin sombra. No tengo problemas de movilidad y dispongo de coche, esta queja no se sustenta en mi comodidad, sino en el pensamiento de todas aquellas personas que por edad, economía o salud, no tienen fácil acceso al lugar en el que pueden ejercer su derecho al voto.


Ahora, visualícese en la sala en la que está su mesa electoral, allí encuentra mesas con las papeletas de las candidaturas y cabinas al descubierto con los casilleros en los que debería haber papeletas, vacíos. Que no le engañen, que usted exija el cumplimiento de su derecho al voto directo y secreto no significa que se avergüence de votar a quien quiera, no, significa que conoce sus derechos. Y como los conozco, empiezo a rellenar esos casilleros con papeletas hasta que un interventor me pregunta «¿qué hace usted? Si rellena los casilleros, luego los tengo que vaciar yo después» ¿por qué?- pregunto extrañada – «porque no hay sitio para todas las candidaturas», yo le creo y saco las papeletas. Delante de mí, un matrimonio de avanzada edad indica claramente a su asistenta a quién debe votar y ella obedece. Entonces me giro a la cabina y cuento, 36 casilleros, y en la mesa, 34 candidaturas, miro al interventor y se ríe, se ríe de mí y del respeto que le he manifestado al escucharle ¿le suena esto a usted? ¿adivina donde he votado?

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